Un buen número de países europeos prosiguen, e incluso incrementan, las restricciones para intentar frenar la expansión del coronavirus, mientras la Unión Europea intenta solucionar la crisis generada por la falta de vacunas suficientes con las que contrarrestar de manera eficaz la enfermedad, en cuya incidencia se aprecia una muy ligera tendencia a la baja.
Portugal, blindado en sus fronteras y a la espera de ayuda de profesionales de salud de otros países, ha concluido el mes de enero con los datos más trágicos desde el inicio de la pandemia: 5.576 muertos (el 44,6 % del total) y 306.838 contagiados (42,6 %).
La frontera con España, con paso restringido solo a puntos autorizados, presentaba este lunes largas filas de trabajadores trasnacionales y vehículos de transporte de mercancías. En los aeropuertos, la exigencia de una PCR negativa vigente desde el domingo obligó a decenas de pasajeros que llegaron al país sin el test a pasar la noche en las instalaciones aeroportuarias a la espera del resultado de las pruebas que les realizaron tras aterrizar.
Los hospitales siguen colapsados, y Alemania y Austria han respondido a la petición de ayuda de Portugal, que espera la llegada de un equipo médico alemán y prepara la evacuación de varios pacientes graves a hospitales austriacos. Mientras, la campaña de vacunación inicia hoy su segunda fase marcada por la polémica decisión de incluir a políticos entre los grupos prioritarios.
Las autoridades francesas han recibido el encargo de hacer respetar las nuevas restricciones a los viajes desde el extranjero por la covid, que se vienen a añadir a los controles en las fronteras con sus vecinos europeos que a inicios de noviembre Francia había reforzado por el riesgo terrorista. Desde ayer, domingo, están prohibidos con carácter general los desplazamientos entre Francia y cualquier país exterior al Espacio Económico Europeo (los de la UE, Andorra, Islandia, Liechtenstein, Mónaco, Noruega, San Marino, Suiza y el Vaticano) en uno u otro sentido.
Fuente: EFE