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Publicado el julio 7, 2023 | 2:33 pm

Un crimen irresoluto y la ola de violencia armada: Haití a dos años del magnicidio de Moïse 

Dos años después de que un comando armado asesinara en su casa, en plena noche, al presidente Jovenel Moïse, Haití sigue malviviendo en las tinieblas.

Lejos de resolverse, con avances judiciales a cuentagotas, el magnicidio que conmocionó al mundo sumió al país caribeño en un caos político, humanitario y de seguridad.

La sensación de vacío de poder ha empoderado a las temibles bandas criminales, que imponen el terror a su antojo: matan, violan, secuestran y saquean.

Hartos de tanto atropello, de tanta ausencia policial y de tanta corrupción, algunos haitianos empezaron a defenderse, a tomarse la justicia por su mano. Eso ha dejado escenas dantescas de linchamientos populares de presuntos pandilleros, que en ocasiones son quemados vivos en plena calle.

“Como un país en guerra”

Un cóctel explosivo en el considerado país más pobre de Latinoamérica, que en los últimos años ha sido víctima, además, de grandes desastres naturales y crisis sanitarias.

La situación es tan grave que, según dijo la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hace dos meses, es “comparable a la de un país en guerra”. En una visita la semana a la capital, Puerto Príncipe, su secretario general, Antonio Guterres, pidió el despliegue de una fuerza internacional para ayudar a la policía haitiana a intentar pacificar el país.

“He sentido todo el agotamiento de un pueblo que se enfrenta desde hace demasiada de tiempo a una cascada de crisis y condiciones de vida insostenibles”, dijo. “Ahora no es el momento de olvidar Haití”, enfatizó.

El crimen por esclarecer

El declive del golpeado país caribeño se profundizó después del 7 de julio de 2021, cuando una veintena de mercenarios colombianos y haitianos entraron en la vivienda del jefe de Estado, cerca de Puerto Príncipe, donde se toparon con poca resistencia por parte del equipo de seguridad, mataron al entonces presidente en su habitación mientras dormía e hirieron a su esposa, Martine Moïse. Ella salvó su vida porque fingió estar muerta.

Hasta ahora, 11 personas han sido imputadas en Estados Unidos (EEUU), entre las que se encuentran el narcotraficante convicto haitiano-chileno Rodolphe Jaar, quien a principios de junio fue condenado a cadena perpetua por proporcionar arma y dinero al comando asesino. Los otros diez están pendientes de juicio.

En total, entre Haití y EEUU hay más 40 detenidos, entre ellos 18 soldados colombianos retirados, el exsenador haitiano John Joel Joseph y el exfuncionario del Ministerio de Justicia de Haití, Joseph Félix Badio.

La investigación avanza con lentitud, todavía no se sabe quién es el autor intelectual del crimen ni quién aportó el dinero y las armas. Hasta el momento, cuatro togados se han desvinculado del caso porque han sido destituidos o porque han renunciado en circunstancias extrañas.

La Fiscalía estadounidense sospecha que la mayor parte de la planificación y financiación tuvo lugar en el sur de Florida. El plan original, detalla esa agencia, consistía en detener al mandatario semanas antes y trasladarlo en avión a un lugar no identificado.

Sin embargo, esto fracasó cuando los sospechosos no consiguieron la aeronave ni armas suficientes.

Oscuros intereses

Una investigación del diario estadounidense The New York Times, en diciembre de 2021, reveló que Moïse fue asesinado porque intentó enviar al país norteamericano una lista con personas vinculadas al narcotráfico en Haití.

“Creo que gran parte del problema radica en que en realidad no sabemos mucho sobre lo que sucedió y por qué el presidente fue asesinado”, explicó Renata Segura, subdirectora para América Latina y el Caribe del International Crisis Group.

“Es muy probable que haya personas muy poderosas en Haití que estuvieron detrás del asesinato, pero no lo sabemos. Hay muchas especulaciones sobre funcionarios actuales que podrían haber estado involucrados, aunque no hay pruebas legales en este momento. Por lo tanto, parte del misterio de lo que sucedió y cuáles eran los oscuros intereses detrás de la muerte de Moïse es lo que complica aún más todo, porque claramente hay muchas capas en la escena política”, agregó.

Segura recuerda que el asesinato de Moise dejó un vacío de poder que dura hasta hoy, pues el actual primer ministro interino, Ariel Henry, no goza de legitimidad.

“No fue nombrado primer ministro de ninguna manera legítima. La comunidad internacional recurrió a él como persona para asumir el poder, pero no de ninguna manera elegido por los haitianos. Por lo tanto, es ampliamente visto como un líder ilegítimo, lo que ha dificultado mucho el funcionamiento adecuado del Estado”, explicó.

En junio, Henry se comprometió a impulsar la creación de un nuevo órgano electoral para celebrar nuevas elecciones. Las últimas fueron en 2016.

La violencia pandillera se dispara

Con la ausencia de un gobierno funcionando a todo gas y unas fuerzas de seguridad debilitadas, las pandillas rivales expandieron sus tentáculos para hacerse con el control de buena parte de la capital y de más de la mitad del país y profundizaron sus lazos con la política y la policía.

Datos revelados en junio por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) dibujan un escenario aterrador: la violencia pandillera dejó más de 1.600 personas asesinadas, heridas o secuestradas en los primeros tres meses de 2023, un 30% más que en el trimestre anterior. Y ha dejado ya más de 165.000 desplazados internos.”Los ataques de pandillas, las ejecuciones extrajudiciales, los secuestros y la violencia basada en género se han convertido en moneda corriente en la vida de los haitianos, forzando a los residentes locales a abandonar sus hogares”, señaló el organismo en un comunicado.
Los ‘tontons macoutes’, el germen

Se calcula que en Haití operan más de 200 bandas criminales, que funcionan en muchas ocasiones como un estado paralelo: imponen su ley y tiene el control del suministro de agua, comida, comunicaciones e incluso de infraestructuras esenciales de transporte. Además, se nutren de la venta de armas y drogas.

En en este país, muchos ubican el germen de las pandillas actuales en los “tonton macoutes”, la milicia paramilitar y cuerpo seguridad personal creada durante el régimen del dictador haitiano François Duvalier, ‘Papa Doc’, y de su hijo Jean-Claude Duvalier, ‘Baby Doc’, entre 1957 y 1986.

Fuente: Actualidad RT