El virus Oropouche (OROV) ha vuelto a encender las alarmas en el continente americano. Identificado por primera vez en 1955 en Trinidad y Tobago, este patógeno ha sido históricamente endémico en la Cuenca Amazónica. Sin embargo, desde finales de 2023 ha expandido su alcance a zonas no tradicionales, incluyendo Brasil, Perú, Colombia, Cuba, República Dominicana y, más recientemente, Venezuela.
De acuerdo con información de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Oropouche se transmite principalmente a través de la picadura de jejenes (Culicoides paraensis), pequeños insectos que habitan en áreas boscosas y cerca de cuerpos de agua, aunque también se sospecha que mosquitos como Culex quinquefasciatus pueden actuar como vectores.
El virus circula en dos ciclos: uno selvático, donde primates, perezosos y aves actúan como reservorios, y otro urbano, en el que los humanos son el principal huésped. Recientemente, también se documentó la posible transmisión vertical (de madre a feto), un hallazgo preocupa a las autoridades sanitarias.
Síntomas y complicaciones
La enfermedad por Oropouche se manifiesta entre tres y diez días después de la picadura infectante, con síntomas similares a los del dengue: fiebre repentina, dolor de cabeza intenso, debilidad extrema, dolores musculares y articulares, náuseas y vómitos.
Aunque la mayoría de los pacientes se recupera en una semana, hasta el 60 % sufre recaídas en las semanas siguientes.
Las complicaciones, aunque raras, incluyen meningitis aséptica y, en casos excepcionales, el síndrome de Guillain-Barré. Lo más alarmante son los reportes de efectos graves en embarazadas, como microcefalia, abortos espontáneos y muerte fetal, aunque aún se investiga el vínculo causal.
Factores de propagación
La expansión del virus está ligada a factores ambientales y humanos. El cambio climático ha alterado los patrones de lluvia y temperatura, y ha creado condiciones ideales para la proliferación de vectores. Además, la deforestación y la urbanización descontrolada acercan a los humanos a hábitats donde circula el virus.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) ha alertado que la falta de inmunidad en poblaciones de nuevas áreas afectadas podría acelerar los brotes.
El diagnóstico del OROV es un desafío debido a la similitud de sus síntomas con otras enfermedades como dengue y chikungunya. Solo pruebas moleculares (RT-PCR) o serológicas, disponibles en laboratorios especializados, pueden confirmar la infección.
No existe un tratamiento específico ni vacuna, por lo que el manejo se centra en aliviar los síntomas: reposo, hidratación y medicamentos para la fiebre y el dolor. En casos graves, como meningitis o complicaciones neurológicas, se requiere hospitalización.
Prevención y recomendaciones
Ante la ausencia de vacuna, las medidas de protección personal son clave. Los expertos recomiendan el uso de repelentes con icaridina, ropa de manga larga y mosquiteros de malla fina, debido a que los jejenes pueden atravesar mallas convencionales. Las embarazadas deben evitar viajes a zonas de brotes activos. Las autoridades también instan a eliminar criaderos de insectos cerca de viviendas y a fortalecer la vigilancia epidemiológica.
La OPS ha clasificado el riesgo regional como “alto” y urge a los países a intensificar la vigilancia, capacitar a personal médico y educar a la población. “El virus Oropouche ya no es un problema limitado a la Amazonía. Su expansión a nuevas áreas exige una respuesta coordinada“, señaló un portavoz de la organización.
Fuente: GLOBOVISIÓN