Especialistas de un hospital canadiense desarrollaron una novedosa tecnología que permite a los menores con discapacidades físicas usar sus mentes para moverse y jugar, recogen medios locales.
Se trata de “niños que no pueden moverse por sí mismos en el espacio, que no tienen movimientos confiables y carecen de comunicación verbal o tienen dificultades con la comunicación verbal. Así que realmente su única forma de interactuar con el entorno es a través de sus pensamientos“, comenta Susannah Van Damme, líder del programa Interfaz Cerebro-Computadora (BCI, por sus siglas en inglés), que se desarrolla en el hospital Holland Bloorview Kids Rehabilitation de Toronto.
Los patrones eléctricos generados por el cerebro alimentan la interfaz cerebro-computadora, que funciona como un interruptor de encendido y apagado, conectado al cerebro mediante electrodos de electroencefalograma montados en auriculares. Cuando el niño piensa en algo específico, su pensamiento funcionará como una “orden” de acción y al poner su mente en estado de reposo y pasivo el mandato será de “detenerse”.
Los electrodos transmiten esas señales eléctricas a una computadora entrenada a través de inteligencia artificial para reconocer y almacenar esos patrones cerebrales específicos. Así, cada vez que el niño quiera que algo suceda, volverá a tener el mismo pensamiento, generando un patrón cerebral idéntico, que será reconocido por la computadora. De este modo el ordenador podrá encender o apagar cualquier dispositivo al que esté conectado.
“Mientras el individuo pueda generar actividad en el cerebro, es posible activar el interruptor y controlar la actividad”, señala Tom Chau, científico principal del hospital. “Alguien que no ha podido poner su música favorita o jugar a un videojuego debido a una discapacidad física, puede usar su capacidad cerebral para hacerlo”, explica Van Damme.
Los investigadores han expresado su deseo de desarrollar la tecnología BCI para ayudar a los niños a comunicarse de forma no verbal. De esta forma, consideran que ese sería el siguiente gran paso y la prioridad para sus padres. “Llevamos investigando en comunicación dos décadas. Pero finalmente estamos llegando a un punto en el que seremos capaces de traducirlo”, sostiene Chau.
Chau puntualiza que la esperanza es que en un futuro próximo los menores puedan utilizar BCI para transmitir deseos y necesidades utilizando sus mentes. Eso “realmente desbloquearía un enorme potencial para los niños que básicamente han estado atrapados en sus propios cuerpos“, asegura. “Tienen tantas cosas que quieren expresar. Y simplemente nunca han tenido los medios [para ello]”, concluye.
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