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Publicado el agosto 7, 2022 | 3:08 pm

Inflación en precios de los alimentos pone en riesgo seguridad alimentaria en el mundo

El alza sin precedentes de los precios de los alimentos ha provocado una crisis mundial que empujará a millones más a la pobreza extrema, aumentando el hambre y la malnutrición, y amenazando con eliminar los avances en materia de desarrollo logrados con tanto esfuerzo.

La guerra en Ucrania, las interrupciones en la cadena de suministro y las continuas repercusiones económicas de la pandemia de COVID-19 están revirtiendo años de logros en el ámbito del desarrollo y empujando los precios de los alimentos a máximos históricos.

Los mayores precios de los alimentos afectan más a la población de los países de ingreso bajo y mediano, que gasta en alimentos un porcentaje mayor de sus ingresos que la de los países de ingreso alto. En esta reseña se analizan el reciente aumento de la inseguridad alimentaria y las respuestas del Banco Mundial hasta el momento.

Panorama general

Al 29 de julio de 2022, el índice de precios agrícolas era un 19 % más elevado que el nivel de enero de 2021.Los precios del maíz y el trigo eran un 16 % y un 22 % más altos, respectivamente, que los de enero de 2021, y los precios del arroz eran un 14 % más bajos. (Véanse los datos de la “hoja rosada” sobre los índices de precios de los productos básicos agrícolas y de los precios de los alimentos básicos [i], que se actualizan mensualmente).

La inflación interna de los precios de los alimentos sigue siendo alta en todo el mundo. Datos del último mes, correspondientes al período comprendido entre marzo y junio de 2022, indican una elevada inflación en casi todos los países de ingreso bajo y mediano; el 93,8 % de los países de ingreso bajo, el 89,1 % de los países de ingreso mediano bajo y el 89 % de los países de ingreso mediano alto han registrado niveles de inflación superiores al 5 %, y muchos experimentan una inflación de dos dígitos. La proporción de países de ingreso alto con elevada inflación también ha aumentado considerablemente, y alrededor del 78,6 % experimenta una alta inflación de los precios de los alimentos.

Según la edición de abril de 2022 del informe Perspectivas de los mercados de productos básicos (PDF, en inglés) del Banco Mundial, la guerra en Ucrania ha alterado los patrones mundiales de comercio, producción y consumo de productos básicos de forma tal que los precios se mantendrán en niveles históricamente altos hasta fines de 2024 exacerbando la inseguridad alimentaria y la inflación.

Los precios de los alimentos ya eran altos antes, y la guerra hace subir aún más los precios de la mayoría de los alimentos. Los productos básicos que se han visto más afectados son el trigo, el maíz, los aceites comestibles y los fertilizantes. Los mercados mundiales de productos básicos se enfrentan a riesgos al alza a través de los siguientes canales: reducción de los suministros de cereales, aumento de los precios de la energía, aumento de los precios de los fertilizantes y perturbación del comercio debido al cierre de los principales puertos.

En los próximos meses, un reto importante será el acceso a los fertilizantes, lo que podría repercutir en la producción de alimentos de muchos cultivos en diferentes regiones. Rusia y Belarús son los principales exportadores de fertilizantes, con el 38 % de los fertilizantes potásicos, el 17 % de los fertilizantes compuestos y el 15 % de los fertilizantes nitrogenados.

El 13 de abril de 2022, las máximas autoridades del Grupo Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas y la Organización Mundial del Comercio dieron a conocer una declaración conjunta en la que exhortaron a la comunidad internacional a tomar medidas urgentes para abordar la inseguridad alimentaria, mantener el comercio abierto y apoyar a los países vulnerables, entre ellas proporcionar financiamiento para atender las necesidades más urgentes.

Después del inicio de la guerra en Ucrania, las políticas relacionadas con el comercio impuestas por los países han aumentado. La crisis alimentaria mundial se ha agravado en parte por el creciente número de restricciones al comercio de alimentos establecidas por los países con el objetivo de aumentar la oferta interna y reducir los precios. Al 15 de julio, 18 países han aplicado 27 prohibiciones a la exportación de alimentos, y 7 han implementado 11 medidas de restricción de las exportaciones.

A nivel mundial, los niveles de hambre siguen siendo alarmantemente altos. Según el informe El estado de la inseguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2022 (i), el número de personas afectadas por hambre aumentó en 2021 a 828 millones, un incremento de alrededor de 46 millones desde 2020 y de 150 millones desde 2019, antes del brote de la pandemia de COVID-19. Además, el Programa Mundial de Alimentos y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) advirtieron (PDF, en inglés) que la inseguridad alimentaria aguda podría empeorar en 20 países o zonas entre junio y septiembre de 2022.

Según encuestas telefónicas rápidas realizadas por el Banco Mundial (i) en 83 países, un número considerable de personas se quedaron sin alimentos o redujeron su consumo durante los dos primeros años de la pandemia de COVID-19. La disminución de la ingesta de calorías y la nutrición deficiente amenazan los avances obtenidos en materia de salud y reducción de la pobreza, y podrían tener efectos duraderos en el desarrollo cognitivo de los niños pequeños.

El apoyo del Banco Mundial


Ante las múltiples crisis, el Banco Mundial está desplegando respuestas a corto y largo plazo para impulsar la seguridad alimentaria y nutricional, reducir el riesgo y fortalecer los sistemas alimentarios.

El 18 de mayo, el Banco Mundial anunció medidas que tiene previsto tomar como parte de una respuesta integral y a nivel global ante la crisis de seguridad alimentaria en curso, para lo cual se destinarán hasta USD 30 000 millones para proyectos existentes y nuevos en ámbitos tales como la agricultura, la nutrición, la protección social, el agua y el riego. Se financiarán esfuerzos para alentar la producción de alimentos y fertilizantes, mejorar los sistemas alimentarios, facilitar un mayor comercio y apoyar a los hogares y productores vulnerables.

El 19 de mayo, el Grupo Banco Mundial y la Presidencia del Grupo de los Siete (G7) convocaron de manera conjunta la Alianza Mundial para la Seguridad Alimentaria (i), cuyo objetivo es catalizar una respuesta inmediata y concertada a la crisis mundial del hambre que se está produciendo.

Entre los ejemplos del apoyo del Banco Mundial a los países para aliviar la inseguridad alimentaria figuran:

Un préstamo de USD 315 millones para apoyar a Chad, Ghana y Sierra Leona a aumentar su preparación contra la inseguridad alimentaria y mejorar la resiliencia de sus sistemas alimentarios.


Un Proyecto de Apoyo de Emergencia para Aumentar la Seguridad Alimentaria y la Resiliencia por valor de USD 500 millones (i) dirigido a impulsar los esfuerzos de Egipto por garantizar que los hogares pobres y vulnerables tengan acceso ininterrumpido al pan, ayudar a fortalecer la resiliencia del país frente a las crisis alimentarias y respaldar reformas que ayudarán a mejorar los resultados nutricionales.


Un préstamo de USD 130 millones para Túnez (i), cuyo fin es reducir el impacto de la guerra en Ucrania, financiando importaciones vitales de trigo blando y proporcionando apoyo de emergencia para cubrir las importaciones de cebada que se utiliza en la producción de productos lácteos y de semillas para los pequeños agricultores que se necesitarán durante la próxima temporada de siembra.


El Programa de Resiliencia de los Sistemas Alimentarios para África Oriental y Meridional (i) por valor de USD 2300 millones, aprobado el 21 de junio de 2022, ayuda a los países de África oriental y meridional a aumentar la resiliencia de los sistemas alimentarios de la región y su capacidad para abordar la creciente inseguridad alimentaria. El programa, que reforzará la respuesta interinstitucional ante la crisis alimentaria, impulsará también los esfuerzos a mediano y largo plazo para lograr una producción agrícola resiliente, el desarrollo sostenible de los recursos naturales, la ampliación del acceso a los mercados y un mayor énfasis en la resiliencia de los sistemas alimentarios en la formulación de políticas.


En Bangladesh, mediante un plan de acción de emergencia movilizado como parte del Proyecto de Desarrollo de la Avicultura y la Producción Láctea (i), se realizaron transferencias en efectivo por valor de USD 87,8 millones para 407 000 productores de leche y avicultores vulnerables, a fin de ayudarlos a mantener sus actividades comerciales. Asimismo, se destinaron fondos para el suministro de equipamiento de protección personal, equipos agrícolas y mejores servicios veterinarios mediante la adquisición de 64 unidades veterinarias móviles.


En Bhután, el Banco Mundial reestructuró la cartera relacionada con los alimentos para respaldar la distribución en el corto plazo y reforzar la producción en el mediano plazo mediante el suministro de insumos y el riego.


En Chad, se movilizaron USD 30 millones en financiamiento de emergencia para proporcionar asistencia alimentaria a través de la entrega gratuita de paquetes de alimentos a 437 000 habitantes vulnerables de zonas urbanas y rurales afectados de inseguridad alimentaria y nutricional grave, y se proporcionaron semillas y utensilios agrícolas a 25 000 pequeños agricultores pobres y vulnerables para que pudieran mantener su capacidad de producción en la próxima temporada de siembra.


En Guatemala, el proyecto Respuesta a la COVID-19: Cadenas de Valor Agroalimentarias Modernas y Resilientes (i) tiene por objeto ofrecer una respuesta de emergencia ante la COVID-19 y aumentar la resiliencia económica y climática mejorando la eficiencia de las principales cadenas de valor agrícolas e invirtiendo en tecnologías y prácticas modernas.


En Haití, mediante el Proyecto de Fomento de Paisajes Productivos Resilientes (i) se movilizó financiamiento de emergencia para ayudar a más de 16 000 agricultores a contar con semillas y fertilizantes, y proteger la producción de las dos próximas temporadas agrícolas.


En India, grupos de autoayuda de mujeres, con el respaldo de la Misión Nacional de Medios de Subsistencia Rurales, cofinanciada por el Banco Mundial, se movilizaron para subsanar la escasez de mascarillas y desinfectantes, administrar comedores populares y restablecer los suministros de alimentos frescos, proporcionar alimentos y apoyo a familias vulnerables y de alto riesgo (i), prestar servicios financieros en zonas rurales y difundir consejos sobre la COVID-19 entre las comunidades rurales. Estos grupos de autoayuda, creados a lo largo de un período de 15 años, aprovechan las habilidades de unos 62 millones de mujeres en todo el país.


En la República Kirguisa, a través del Proyecto de Mejora de la Productividad Agrícola y la Nutrición (i) —respaldado por el Banco Mundial, financiado por el Programa Mundial para la Agricultura y la Seguridad Alimentaria, y centrado principalmente en mejorar la infraestructura hídrica y en desarrollar la capacidad de las asociaciones de usuarios de agua, para atender a poblaciones vulnerables— se distribuyeron USD 1,1 millones en insumos agrícolas, como semillas y fertilizantes, por medio de 30 asociaciones de este tipo participantes en el proyecto.


En Rwanda, el Proyecto de Intensificación Agrícola Sostenible y Seguridad Alimentaria (i) recibió financiamiento adicional para ayudar a aliviar los efectos de los confinamientos impuestos a causa de la COVID-19. Asimismo, se ajustó el Proyecto de Protección Social (i) existente para responder a la COVID-19.


En Senegal, un crédito de la AIF por USD 150 millones (i) está contribuyendo a aumentar las exportaciones de cultivos de alto valor, como los cacahuetes con cáscara y los productos hortícolas, a incrementar la productividad de las granjas lecheras y a reducir la tasa de mortalidad de pequeños rumiantes; además, está paliando los efectos negativos de la pandemia al invertir en prácticas más productivas y resilientes.


En Sierra Leona, el financiamiento de emergencia previsto en el actual Proyecto de Comercialización y Desarrollo Agroindustrial para Pequeños Agricultores (i) se utiliza para respaldar iniciativas del Gobierno frente a la COVID-19 proporcionando insumos, servicios de mecanización de la agricultura y servicios de extensión a los productores de arroz. El Proyecto de Redes de Protección Social financiado por el Banco Mundial también amplió su sistema de transferencias de efectivo para ayudar a los hogares más vulnerables.


En Tayikistán, por medio del sistema de asistencia social selectiva en vigor, el Banco financió transferencias monetarias para hogares que padecieran inseguridad alimentaria y en los que hubiera niños menores de 3 años (i) con la finalidad de mitigar los efectos del aumento de los precios de los alimentos y proteger la nutrición infantil.


En 2021, el Banco aprobó un programa regional de USD 570 millones en África occidental para mejorar la resiliencia del sistema alimentario (i), promover las cadenas de valor intrarregionales y reforzar la capacidad regional para gestionar los riesgos agrícolas.


El Banco Mundial ha asumido el compromiso de ayudar a los países a evitar que la próxima zoonosis se convierta en una pandemia y a estar mejor preparados en caso de que los riesgos se concreten mediante el enfoque “Una Salud” (i). En India, por ejemplo, el Proyecto de Respuesta a la Emergencia de la COVID-19 y Preparación de los Sistemas de Salud permitirá mejorar los sistemas de vigilancia de enfermedades en seres humanos y animales, así como los sistemas de información sobre salud en todo el país (i).

En China, a través de un nuevo proyecto se mejorarán los sistemas de vigilancia del riesgo de zoonosis y de otras nuevas amenazas para la salud (i), se fortalecerá la capacidad de evaluar los riesgos y de diagnosticar y realizar el seguimiento de enfermedades de los seres humanos, los animales domésticos y la fauna silvestre, y se mejorarán los protocolos de intercambio de información entre los organismos competentes.