Santo Domingo. El reloj no se detuvo la fatídica madrugada del 8 abril y a las 12:44 todo cambió para siempre.
Mientras las “voz más alta del merengue” Rubby Pérez, ponía a sus seguidores a bailar y cantar, la noche parecía “color de rosa” título de la canción que se convertiría en un réquiem para las almas allí presentes.
Una fuerte explosión se escuchó y todo se vino abajo. El techo de la discoteca Jet Set, que llevaba años “llorando” gotas de agua, no pudo soportar más y colapsó matando a 233 personas y dejando más 150 heridas.
Bajo los bloques de cemento quedaron muchos sueños sepultados, no solo de los que se fueron sin darse cuenta, sino, de los que viven con el dolor de haberlos perdido.
El 8 de abril marcó, con un recuerdo de tristeza y dolor a la República Dominicana como una mancha indeleble y conmocionó al resto del mundo.
Ese 8 de abril jamás será igual. Generaciones contaremos a las que han de venir como el día más lúgubre que ha vivido la bella Quisqueya. Si en 20 años nos preguntan dónde estabas el día de la tragedia del Jet Set, sabremos responder con claridad y presión.
Un 8 de abril que duele cada vez que escuchamos el testimonio de algún sobreviviente o cuando escuchamos una canción de Rubby Pérez.
En toda su historia fueron miles las personas que visitaron el Jet Set, para bailar un buen merengue, una buena salsa, una nostálgica bachata o simplemente para celebrar la vida. Pero nadie hizo caso a su “llanto” y hoy, quienes lloramos somos nosotros la tragedia más grande sucedida en nuestro país.
Al cumplirse hoy 30 días de esta tragedia, debemos recordar que muchos techos siguen “llorando”, que más de 300 familias buscan justicia y que el tiempo curará la herida pero no borrará la cicatriz.
Kelvin de la Cruz